¿POR QUÉ NOS CONOCEN MÁS POR LOS DEFECTOS QUE POR LAS VIRTUDES?
Por Rolfy Cruz
Antes de entrar en materia, me gustaría, que más que leer este artículo, lo estudies conmigo, a la luz de la Palabra, pues no quiero solo enfatizar en base al conocimiento humano, sino que podamos ir mucho más allá para aplicarlo a nuestro diario vivir.
Es más fácil señalar los defectos
que las virtudes de una persona pues nuestra cultura nos enseña a juzgar los
defectos del otro, pero no a reconocer las virtudes. Pareciera tan innata tal actitud, que
alguien que hace algo malo sabemos corregirlo, a diferencia de alguien que las
cosas correctas; no lo elogiamos. También dicen que la primera
impresión es la que cuenta, pero hay personas que hacen 99 cosas buenas y 1
mala, y al que le toca corregir solo mira el 1%. Es como si las partes oscuras resplandecieran
más que las partes brillantes.
En el evangelio según Mateo, nos
cuenta la historia de un paralitico que fue sanado por Jesús. Un dato curioso
es la forma despectiva en que suelen ser llamadas las personas con defectos o
discapacidades visuales, difícilmente se acuerde usted del nombre. Si es cojo,
le suelen llamar “El cojo”, si es visco “el vico” y así sucesivamente.
El evangelio nos ilustra cuatro
jóvenes que ayudaron a su amigo porque es paralítico, entonces para poder llegar a Jesús,
porque la multitud se lo impedía, rompieron el techo y descendieron hasta
llegar a él. En ningún evangelio se le llama por su nombre, sino el paralitico
(¿porque es más sencillo reconocer las debilidades?) inconscientemente tildamos
más las fallas que las bondades. Hasta que llega donde Jesús y este le dice
“Ten ánimo, HIJO; tus pecados te son perdonados”. Jesús no se enfocó en el
defecto de aquel hombre, sino en la identidad que tenía delante de él y del
Padre y lo llama de hijo haciéndole conocer cuál era su identidad ya que la desconocía
a causa de las tantas veces que le llamaron PARALÍTICO.
¿Qué hay de aquellos que conocemos
que hacían mal pero luego se convierten? Como cristianos, a veces nos cuesta
creer que una persona con un historial muy marcado por un trasfondo negativo pueda cambiar, poniendo en
descrédito el poder de Cristo. Para ilustrar esto vamos a ir al testimonio
del Apóstol Pablo, conocido como Saulo de Tarso antes de su conversión; éste
perseguidor de la iglesia, quien daba órdenes de matar a los que seguían a Jesús
y predicaran su palabra fue hecho nueva criatura según el poder de Dios, y aun
a los demás apóstoles le tomó un poco de tiempo creer que aquel que hacia tales
cosas había cambiado tan drásticamente.
En término general, aquellos que
están a tu alrededor, y más desde tu niñez, se les hace más difícil creer que
puedas dejar un mal hábito, o que aquella persona que conocieron ya no es más
la misma, sino que ha sido cambiada en un nuevo hombre. Antes de Jesús iniciar
su ministerio, se le conocía como una persona común, el hijo de José y María,
un simple carpintero de la ciudad de Nazaret. Pero luego de iniciar su
ministerio y empezar hacer maravillas, milagros y prodigios fueron muchos los
que decían “¿No es este el hijo de José y María?” “¿No es este Jesús el
carpintero?” porque sólo se limitaron a conocer al Jesús “ordinario” y nunca
fueron capaces de ver más allá de lo que podían ver sus ojos (al Cristo). Pocos
podrán ver lo que el Señor ha puesto en ti, pocos podrán reconocer tu llamado y
ver la grandeza de Dios en ti porque solo se limitan a verte en lo natural y
cuando vean lo Sobrenatural de Dios en tu vida es como si nunca te hubieran
conocido.
No creo que debamos hablar como
habla el mundo y menos estar con un dedo acusador, mencionando a diestra y siniestra
las debilidades del otro, así nunca vamos a ver resultados efectivos. Un padre
que declara maldición sobre su hijo va a ver maldición sobre él, mas si declara
bendición verá bendición sobre su hijo. A ti padre, a ti madre, ustedes tienen
el poder de marcar las vidas de sus hijos con la palabra que sale de su boca.
Me gustaría compartirles un pequeño testimonio, el cual estoy seguro que les ayudará mucho.
Somos edificios en construcción,
hijos a la semejanza del Padre; camino a la perfección. Es indiscutible, pero
todos tenemos defectos y debilidades. Como hijos de Dios nuestro deber es
empezar a ver las cosas como Él la ve; ¿por qué centrarnos solo en lo malo que
nos pasa? ¿Por qué darle más importancia a un mal momento que a los buenos?
Recuerdo en cierta ocasión tener
un momento agradable que se prolongó por varias horas (uno de los mejores
momentos de mi vida), después de haber disfrutado aquel momento, ocurrió un
accidente que duro menos de cinco minutos, parecía como si todas aquellas horas
se habían convertido en nada con tan horrible hecho, mientras que alguien me
dice “No te pongas a pensar en lo malo, dale gracias a Dios por todo lo bueno y
que no nos pasó nada” y ahora me pregunto, ¿acaso tiene más valor cinco minutos
de tristeza que dos horas de felicidad? ¿Algo que representa menos de un 5% en
toda esta ecuación le va a restar valor al 95% de buenos momentos?
¿Acaso una breve tribulación
momentánea es suficientemente grande como para quebrantar el gozo de un eterno
peso de gloria?
¡GOCÉMONOS EN JESUCRISTO!
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