LA VERDADERA PACIENCIA



Paciencia no es solo saber esperar, sino también es estar  plenamente convencido de que sucederá. Para muchas personas es sumamente fácil el esperar, de hecho muchos se acostumbran tanto a esperar, que se convierten en personas  monótonas y estáticas, es decir, se conforman con quedarse  de brazos cruzados, "esperando". Para que la espera se convierta en paciencia, es necesario que le inyectemos confianza; esto  provocará que accionemos y vayamos mucho más allá, en pos de alcanzar aquello que se nos ha conferido. El más grande ejemplo de paciencia lo dio nuestro Señor Jesucristo, quien fue mucho más allá de una espera y accionó en fe hasta alcanzar el mayor milagro que jamás alguien haya podido manifestar en toda la historia de esta tierra, la salvación. Lo que mueve la mano de Dios, no es un corazón que espera, sino uno que en medio de la espera, decide ir por más, con la plena certeza y convicción de que puede pasar lo que pase; que quizás tenga que pasar mucho  tiempo, pero lo logrará, porque "aquel que lo llamó es fiel".

“Con paciencia esperé que el Señor me ayudara, y él se fijó en mí y oyó mi clamor. Me sacó del foso de desesperación, del lodo y del fango. Puso mis pies sobre suelo firme y a medida que yo caminaba, me estabilizó. Me dio un canto nuevo para entonar, un himno de alabanza a nuestro Dios. Muchos verán lo que él hizo y quedarán asombrados; pondrán su confianza en el Señor”. (Salmos 40: 1-3 NTV).

Si hay algo que nos afecta en nuestra vida cristiana, es la incertidumbre de no saber cómo salir del foso de la desesperación; es ese estado de desaliento en donde nos vemos acorralados por las situaciones adversas, o sea ese lodo o fango que busca ahogarnos y dejarnos sin fuerzas. Note que el salmista David dice "Con paciencia esperé", lo que nos quiere decir que esperar no es suficiente; que debemos hacer algo más en medio de la trayectoria hacia la conquista de aquello que queremos lograr. La clave de todo esto está en "la determinación", el salmista dice: "Puso mis pies sobre suelo firme y a medida que yo caminaba, me estabilizó". Él estaba decidido en poner toda su confianza en el único que podía llevarlo hacia la victoria; es por ello que comenzó a experimentar algo diferente en medio de su circunstancia, recibió las fuerzas que necesitaba para que sus pies pudieran tocar "el suelo firme". Dígame usted, con plena sinceridad; cuando estamos en medio de la más embravecida y desafiante tormenta, ¿es posible estar de pie? Por supuesto que no. Sin embargo, si clamamos a aquel que es poderoso para "darle esfuerzo al cansado y multiplicar las fuerzas al que no tiene ninguna", podremos pasar de lo flácido a lo estable. Fíjese bien en esto: "multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna", el poder de Dios es tan grande que rompe toda ley, en este caso matemática; todos sabemos que es imposible multiplicar una cifra o número por cero, y que al final nos de otra cantidad que no sea "cero". La estabilidad es algo que todo ser humano quisiera tener, no obstante, para alcanzar "la verdadera estabilidad" es necesario acudir hacia aquel que hace que "los que esperan en él sean como el Monte de Sion, el cual no se mueve ni a diestra ni a siniestra".
"Los que confían en Jehová son como el monte de Sion, que no se mueve, sino que permanece para siempre". (Salmos 125:1).

 “Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”. (Isaías 40:31 RV1960).

"Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí. Mi ayuda y mi libertador eres tú; Dios mío, no te tardes". (Salmos 40:17 RV1960).



(Melodías de un corazón agradecido- Leomel García Vargas © 2015).