CARTA A UNA GENERACIÓN QUE AÚN DUERME


A ti que te sientes como si estuvieras en medio de un viaje que no llega a su final, que pasan los días y las horas y continúas viendo el mismo horizonte o panorama, tú que has intentado salir hacia adelante pero el intenso letargo en el que estás sumergido no te deja avanzar; eres la razón y el motivo principal por el cual escribí esta carta, lo hice porque mi amor por ti es tan grande e infinito como lo es el universo, y quiero demostrarte que a pesar de la ignorancia que has tenido en los últimos meses hacia mí, soy yo quien te despierta cada mañana y te da nuevas fuerzas para levantarte. A pesar de que te niegas a hacer mi voluntad, a pesar de tu renuencia a pasar tiempo conmigo, soy yo quien te alienta y te ayuda a no desfallecer. Fui yo quien te traje a esta tierra con un propósito especial; antes de que estuvieras en el vientre de tu madre, yo te conocí, yo te formé y soplé de mi aliento para darte vida. No eres un error de la creación, no eres una coincidencia, tampoco eres parte de la evolución, naciste, no el día que llegaste a esta tierra, sino aquel día en que saliste de mi corazón; la primera vez que viste la luz no fue cuando abriste tus ojos por primera vez, viste la luz cuando mis ojos vieron tu embrión; así como ese cordón umbilical, cuando estabas en el vientre de tu madre, te conectó con la fuente de alimentación y nutrición, de la misma manera así deseo conectarte a mi corazón a través de mi palabra, ella es ese cordón que necesitas para despertar de este sueño tan profundo en el que estás, es ese amor por mi palabra lo que te hará despertar y salir de esa atmósfera de comodidad y pasividad, abraza mi palabra y te convertirás en todo lo que yo anhelo que seas. Estoy anhelando hablar contigo, quiero hablar a tus oídos en forma de un silbo apacible, quiero decirte una vez más cuanto te amo. Constrúyeme una habitación en donde yo pueda establecer mi trono y sentarme a reinar, hoy es el tiempo que he señalado para que quites todo aquello que te impide correr hacia mi presencia; te estoy esperando en el mismo lugar. ¡Ven!, quiero pasar tiempo contigo, no te imaginas cuanto deseo sentir tus lágrimas cayendo sobre mis pies, hace mucho tiempo que no vienes hacia mí para rendirme tu corazón, ¡Despierta tú que duermes!, yo deseo alumbrarte, deseo mostrarte cosas grandes y ocultas que desconoces. Te estoy llamando, ven, ven...te estoy buscando fervientemente, tú eres mi pasión, por esta razón me entregué como oveja al matadero y derramé, no sólo mi sangre sino mi amor, con el único fin de que sepas que no te amo por lo que puedas darme u ofrecerme sino que te amo por quien eres, tú eres mi sueño, tú eres mi placer, tú eres mi todo. Una vez más te diré: ¡Ven!, aquí estoy con lazos de amor buscando llamar tu atención, te necesito a mi lado, mi voz te está llamando, ¡Ven!, quiero estar contigo, corre a mi presencia, ¡Despierta!, deja todo y ven a recibir mi libertad, yo anhelo renovar tu corazón. Deposita toda ansiedad y preocupación en mí, deja que las lágrimas comiencen a salir de tus ojos... soy yo la fuente de tu libertad, mi amor cubre multitud de faltas y pecados. No importa lo que hayas hecho, no me interesa tu pasado, yo sólo deseo que vuelvas a pasar tiempo conmigo. Ten paz todo estará bien, en mis manos están tus tiempos, yo enderezo tus pisadas y enderezo tus sendas en esta hora. Yo ansío poner mi palabra en tus labios, poner mi visión en tus ojos, depositar de mi amor en tu corazón y formar mi carácter en tu vida. 

Con mucho amor por ti, Jesús.