YA ESTOY VIEJO PARA ESO


Por Raúl Lantigua.

«Ya estoy viejo para eso» esta es la típica frase usada por muchas personas cuando han alcanzado un punto en donde comprenden aún más allá de las perspectivas simples del ser humano. En otras palabras, esa persona observa las cosas desde una óptica muy distinta a como era una vez en su inicio.

Precisamente tomando la frase del inicio, podemos decir que el Señor anhela fervientemente y también debe ser nuestro deseo que podamos llegar a ser adultos espirituales. Que seamos capaces de comprender a plenitud su propósito con nuestras vidas, que es la transformación de viejo hombre y disfrutar la nueva naturaleza a la cual estamos destinados en Cristo.

Para esto se hacen necesario los diferentes procesos de la vida. Job, siempre fue un hombre de visión, pero luego tuvo que  reconocer y entender que su visión de inicio era limitada pero luego del proceso pudo ver más allá. «Antes, hablaba lo que no entendía, más ahora mis ojos te ven (Job 42:3y5)». Toda esa trayectoria de este gran hombre de Dios tenía un plan divino, era llevarlo a un estado de madurez, de igual modo, dejarnos a nosotros ese magno ejemplo de una persona que alcanzó esta plenitud de fe y fidelidad a Dios.

Madurez: Estado de un fruto que ha alcanzado un desarrollo completo.
Cualidad de la persona que ha alcanzado la plenitud vital sin ser vieja.

El apóstol Pablo escribe;  Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; más cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. 1º de Corintios 13:11. El apóstol expresó como era él en su inicio y como las cosas cambiaron, cuando este hubo alcanzado «perfección» (madurez). Por tal motivo se hace evidente la necesidad de nosotros como creyentes ser madurados por el Señor y así ser más productivo, con menos esfuerzo.

(1º de Pedro 5:10): "Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca". «Os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca». En otras palabras podemos decir que el Padre desea madurarnos, quitar toda volatilidad de nuestra vida, darnos la fuerza y hacernos creyentes inconmovibles. Para llegar a este punto se hace necesario conocer a Jesús, no en una predica de un culto dominical, sino tener una intimidad genuina con él, es decir ir más allá de una oración de buenos días o abrir la biblia para una simple exhortación. Permitir que el fuego del Espíritu Santo sea algo más que aplaudir, vociferar y/o saltar, sino que el mismo sea quemando mediante su fuego todo pecado, actitudes carnales, entre otras cosas.

«Ya estoy viejo para eso» en este contexto, no tiene nada que ver con la edad, sino con una mentalidad reformada. «Ya estoy viejo para eso» me hace pensar en un creyente maduro que se puede parar frente a la tentación y decir; se quien eres, de donde eres y que quieres, pero lamento informarte que ya no soy tu títere. «Ya estoy viejo para eso» me hace pensar en cuando enfrentamos situaciones conflictivas, poder pararse frente a ellas con una actitud de solución, no con una actitud que nos hunde más y causa más problemas. «Ya estoy viejo para eso» es que cuando alguien te critique, quiera humillarte o quiera provocar alguna reacción  carnal o algún sentimiento de inferioridad o culpabilidad. Tú puedas pararte en frente y decir, se quien eres, de donde eres y lo que quieres. «Ya estoy viejo para muchachadas evangélicas», búscate otro cliente.  Cuando alcanzamos esta postura  nos convertimos en creyentes indestructibles y en nuestro corazón no hay lugar para el odio, rencor o amargura, sino para el perdón, la paz y el amor, que es el vínculo perfecto.

(1º de Juan 2:14): “Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno”.


Paz a vosotros.