Más que palabras
Por Julián Leomel García Vargas.
"El trabajo trae ganancias, ¡pero el solo hablar lleva a la pobreza!". (Job 16:3 NTV )
Vivimos en un mundo donde las palabras sobran; hay personas por doquier manifestando "amor" hacia los demás, a través de palabras y expresiones "románticas". Pero, ¿dónde están las acciones que nos llevan al verdadero amor?, ¿dónde podemos encontrar a aquellas personas que prefieren hablarse a sí mismos, antes de declarar palabras fingidas y carentes de fundamento hacia otra persona? La palabra de Dios es bastante explícita a la hora de hablar del efecto que pueden tener nuestras palabras en la vida de aquellos que nos rodean. "La lengua falsa atormenta al que ha lastimado, Y la boca lisonjera hace resbalar". (Proverbios 26:28). Debe haber una estrecha relación entre nuestras palabras y nuestras acciones. Las acciones vienen a demostrar la certeza de nuestras palabras. No entiendo por qué solo nos enfocamos en las palabras que, producto de su naturaleza, son hirientes, amedrantes e impetuosas. ¿Saben qué? Aquellas palabras que expresamos sin ser ciertas, como por ejemplo: "te amo demasiado", "quiero lo mejor para ti". "anhelo estar contigo"; son igual de peligrosas que un: "te odio". Sé que se preguntarán ¿Por qué?, la respuesta es simple: estamos ocultando nuestra condición (la del corazón) con palabras que suenan muy preciosas, pero que el lugar donde se originaron está permeado por la falta de amor, y arropado de hipocresía. Este mundo necesita más hechos y menos palabras; estamos sedientos por nobles acciones que delaten nuestra hambre por servir a los demás. Estoy plenamente seguro que si le preguntáramos a alguien ¿cuándo fue la última vez que le dijiste a otra persona una palabra relacionada con "el amor"?, habría muchas personas que contestarían, sin ninguna duda: "hoy mismo". Ahora bien, si nos vamos al lado de las acciones, ¿cuál sería el resultado? Definitivamente, el resultado es predecible: muchos se quedarían perplejos; y no sabrían qué contestar. Es que es más fácil hablar, expresarnos, decir palabras hermosas... se nos hace bien difícil demostrar con hechos que en nosotros hay algo diferente, esto de 'diferente' solo si el verdadero amor, el que Jesús nos ofrece, fluye en nuestras venas. Saben, meditando en el sacrificio de Jesús en la cruz, su muerte y resurrección, pude entender que él quería mostrarnos como se activa el verdadero amor; que las palabras sin fundamento son como las hojas que caen de los árboles, que se las lleva el viento, pero las acciones en beneficio de otros "no vine a ser servido, sino a servir" pueden producir las transformaciones que este mundo tanto precisa. Hay algo más, no es suficiente con hacer algo en bienestar de los demás, veamos lo que dice el apóstol Pablo acerca del amor: "El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera", todo lo soporta". (1 Corintios 13:4-7 RV1960). Esto nos enseña una gran verdad: "Yo puedo hacer muchísimas cosas en bienestar de los demás, pero si no hay amor en mi corazón, en vano hago todo esto". ¿Qué creen que hubiese sucedido si todo lo que Jesús hizo por nosotros no hubiese sido a través del amor? (es tan solo un pregunta para reflexionar, obviamente el anhelo de Jesús, en morir por nosotros, siempre fue para demostrar su amor, y hacernos libres del pecado y la maldad) Les daré la respuesta: No hubiese habido transformación ni libertad en nuestros corazones. ¡Qué impresionante verdad! Entonces, podemos decir abiertamente que si lo que hacemos por lo demás no produce transformación y cambios en ellos no estamos manifestando el amor que Dios quiere que manifestemos. Quiero utilizar algunos versículos de la biblia para conectarlos con lo que acabo de expresar; primero este: "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados". (1 Juan 4:10 RV1960). El hombre es incapaz de manifestar el verdadero amor por su propia cuenta, es necesario la intervención divina. A través de la máxima manifestación de amor que jamás haya habido en el universo (la muerte y resurrección de Jesús) podemos recibir amor para compartirlo con otros. El apóstol Juan expresó una palabra que, la primera vez que la leí, fui grandemente conmovido: "Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios". (1
Juan 4:7 RV1960). No hay nada más hermoso que una persona que, producto de una nueva vida en Cristo, camina y anda en el verdadero amor. Todo esto nos debe llevar a una profunda reflexión en donde analicemos la manera en la cual nos hemos estado dirigiendo hacia aquellos que nos rodean, preguntas como: ¿mis palabras y mis acciones manifiestan el verdadero amor?, ¿lo que digo es realmente sincero y cierto?, ¿los demás pueden ver a Cristo a través de mi forma de vivir? Estas preguntas y muchas más pueden llevarte a un cambio; nunca es tarde para comenzar a correr la travesía que el verdadero amor nos ofrece. ¡El verdadero amor es más que palabras! Nunca olvidemos esta palabra: “El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros“. (Romanos 12:9-10 RV1960).
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